Article d’Antoni Durán-Sindreu, membre del comitè directiu i coordinador del programa econòmic d’Units per Avançar, publicat en el diari econòmic Expansión. El reproduïm tot seguit.

Elusión fiscal mundial

Hace unos días se hizo público el informe sobre elusión fiscal global del Observatorio Eutax 2024, coordinado, entre otros, por el profesor Gabriel Zucman. El informe recoge algunas conclusiones importantes.

En primer lugar, señala que el intercambio automático de información ha sido un gran avance. Y es cierto. La lucha contra la elusión y el fraude requiere que el mayor número de países posible suscriban convenios de intercambio mutuo de información.

El informe concluye también que un gran volumen de beneficios empresariales se desplaza a paraísos fiscales, sin que las políticas aplicadas hasta el momento hayan tenido un efecto apreciable. Desplazamiento que no hay que vincular con el fraude, sino con la deslocalización en la tributación de tales beneficios y la consiguiente disminución de los ingresos en el Estado de origen. Nada nuevo.

Mucho más preocupante es la conclusión sobre la ineficacia del impuesto mínimo global sobre el Impuesto sobre Sociedades como consecuencia de una regulación que no ha contemplado la enorme complejidad y casuística de la operativa empresarial a nivel internacional, y que ha dejado abiertas lagunas jurídicas que favorecen la competencia fiscal.

Subraya también el aumento de la competencia fiscal interterritorial a escala mundial fruto de las diferentes normas estatales que, a pesar de ser de suma cero, afecta negativamente a la progresividad y a la desigualdad.

Una de las conclusiones que creo más importantes es que los milmillonarios mundiales se benefician de tipos impositivos efectivos muy bajos; conclusión que todos conocemos y que hace cada vez más necesaria medidas que lo corrijan.

El informe destaca igualmente cómo la progresividad cae en picado en los niveles más altos de renta; en concreto, en los que denomina los “milmillonarios” de todo el mundo, para quienes los tipos efectivos son escandalosamente bajos.

Esta es la misma situación que en el caso de España se recoge en el Sexto Informe de Fedea 2017-2018.

Según el informe Eutax, una razón clave por la que los milmillonarios tienen tipos impositivos efectivos bajos es que en muchos países se utilizan sociedades patrimoniales personales para evitar el impuesto sobre la renta, situación que en el caso de España he insistido una y otra vez. Sin embargo, el informe no señala otras causas como la deficiente regulación de la riqueza, en concreto, la inequidad fiscal entre las rentas del trabajo y las rentas del capital.

El tan criticado impuesto sobre las grandes fortunas en España es otro ejemplo de decir que se grava lo que no se grava, ya que, como he también reiterado, no es cierto que se graven todas las grandes fortunas.

Impuesto sobre los milmillonarios

En este contexto, no es de extrañar que la última conclusión del informe Eutax sea la de crear un impuesto mínimo global sobre los milmillonarios con la finalidad de incrementar considerablemente la recaudación, apreciación, esta última, de la que no estoy muy convencido a pesar del tipo moderado que se propone (un 2 %). Sea como fuere, no creo tampoco que su objetivo haya de ser recaudar más, sino redistribuir mejor la actual presión fiscal; en concreto, la progresividad.

El informe recoge también otras propuestas interesantes como la regulación de mecanismos para gravar los traslados de residencia a países de baja tributación de aquellos contribuyentes de más alto nivel de renta, regulación que en España ya existe, reforzar la aplicación de las normas antiabuso y que en España, a pesar de su amplia aplicación, requiere de una reflexión seria y rigurosa, o avanzar hacia la creación de un Registro Global de Activos para mejorar la lucha contra la evasión fiscal.

Subrayar, por último, dos importantes observaciones que el informe hace. La primera, que a pesar de que la cooperación internacional es siempre preferible, los acuerdos verdaderamente globales deberían ser el punto final y no el punto de partida. Y la segunda, que en contra de una opinión muy extendida, es posible adoptar medidas ambiciosas incluso en ausencia de coordinación internacional.

Hay que reconocer que España es un país modélico en cuanto a su regulación contra el fraude. Sin embargo, hay mucho que recorrer en la interpretación que de la misma se hace por la Administración, y en materia de elusión, en particular, en la correcta aplicación de las normas sobre calificación de los negocios.

Sin embargo, uno de los mayores retos está por resolver: la deficiente distribución de la progresividad y la ausencia de una verdadera fiscalidad de la riqueza en su concepción más amplia, sin olvidar la necesaria regulación de los derechos de los contribuyentes en justo equilibrio con las obligaciones que se les impone.